Hubo por un tiempo
un rumor nuevo
de panteras que se bañan,
de piedras quietas.
Un alborozo de azahares
que se van quemando
en cunas de basalto.
Mas la hora impuso
una pesadumbre fofa
que iba mano en mano del aciago.
Un resquemor que aplana los collados
se esparció,
enfermizo y mortecino,
por el acimut de mis entrañas.
Abiertos los ojos,
había casas de piedra
porosa y mojada.
Abismos de siglos,
de viento estancado,
vacío.
Estaba yo muerto
(dormido),
Errante, escabroso,
cual urodelo que desova
cual tornillo que han limado.
Y no había nada más.
(Dijon, 2012)
No hay comentarios:
Publicar un comentario