viernes, 19 de julio de 2013

Gringoéroe , “Here’s Johnny!”, o leyendo WorldWarZ


“It matters not. He is your king” 
Braveheart

El gringoéroe lucha nuevamente contra los muertos vivientes, después de tantas veces que le ha enseñado al mundo cómo librarse de ellos, eludirlos, transformarlos, lo que es más, esclavizarlos. Se ha confrontado a criaturas del espacio y dádole al universo una lección de gringoeroísmo, lanzándose contra los corazones de implacables Motherships. El gringoéroe ha viajado al pasado, vencido a dinosaurios con sus propias manos y su pragmatismo LeoStraussiano. Le ha enseñado humanidad a seres del futuro, a criaturas interdimensionales, y a otros subhombres, como caníbales, alumnitos de madrassas, o indios guatemaltecos. Ha hecho de los barrios del mundo un compendio de casitas con backyard, y ha impuesto los sábados como tiempo de mawing de lawn y barbecue con beer. El gringoéroe ha eliminado a todos los Enemigos del Estado, y ha hecho del Estado mismo el Enemigo cuando éste quiere coartar las expresiones más fundamentales del gringoeroísmo. Le ha enseñado al mundo las virtudes del deep South, donde el gringoéroe es igual Sheriff que SerialKiller y passing gass da lo mismo que spilling blood; todo en nombre de un ambiente kung-fu-fighting donde una mirada penetrante vale más que mil trescientos muertos. Ha luchado incluso contra el mismísimo Demonio, postergando innumerables veces el Día de la Ira y dejando a los fanáticos con ganas insaciables de gozar la Parusía. Ha mantenido, además, el equilibrio entre todos los planos dimensionales: Valhalla, Infierno, Olimpo, Jottunheim, Los Siete Círculos, y el Reino de los Cielos. Ha resuelto todos los misterios de la humanidad y, haciéndolo, ha destruido todos los templos de antaño, pues sólo el gringoéroe, sus sidekicks y el Villano parecen tener derecho a la Iluminación. Entre sus poderes está el vestirse de romano, espartano, inglés, nazareno, franco-revolucionario, escocés, neandertal y vikingo, y asumir un acento británico para darle autoridad a las tres palabras que profiere antes de aniquilar a la masa innumerable de bad-guys.

Son tantas las veces que nos ha salvado, vencido al crápula (rigor de exceder su crapulencia), sometido al insensato, neutralizado la Amenaza, evitado el Fin (o hecho todo renacer de sus propias cenizas)… Tanto le debemos, que ya no sabemos hacer nada sin pensarlo. Quizá incluso nuestra propia diarrea toma forma automática de Tarantino o ChuckNorrisSchwarzeneggerLukeSkywalker, si la sometemos al principio del test de Rorschach.

PERO, como el Opositor siempre acaba fulminado, es más recomendable celebrar el gringoeroísmo en su Paradoja, en Fresán, o en los admiradores de Lou Reed, que se someten a otro de los avatares del gringoéroe: el AmericanCulturedAlternative, y juegan a brujos del DeathPunk/NewWave/FolkRock/Grunge o a sacerdotes del Underground; los fotógrafos, los DJs, que ven IndependentCinema y alquilan con NetFlix todos los InternationalFilms que galardona el Partenón mismo del gringoeroísmo. Mejor hacerse de un amigo gay, tatuarse una naughtynurse, enamorarse de una Suicidegirl, aprender el ukulele y pasar por facebook chistes de Chewbaca, pues los anteojos de pasta “worn ironically” son tickets to Paradise en el universo que ha de salvar, asegurar y mantener el Siempre-Invencible.